Quizás muchos no somos conscientes, o no sabemos, qué es el tráfico ilegal de vida silvestre. Mientras que animales como el jaguar, los lagartos o los guacamayos son representativos de la fauna silvestre en la Amazonía; las orquídeas, palmeras de aguaje y árboles maderables como el shihuahuaco, lo son de la flora silvestre. Su captura, caza furtiva, posesión, adquisición y contrabando son las mayores amenazas para la conservación de la diversidad biológica del planeta.
El tráfico ilegal de vida silvestre from Prevenir Amazonía de USAID on Vimeo.
Comprar animales silvestres como mascotas, consumir carne, o usarlos para artesanías son prácticas comunes.Pero estas acciones suelen ser parte de una actividad ilegal muy rentable.Vinculada con grandes mafias y con la corrupción.Y, sobre todo, amenaza la supervivencia de miles de especies únicas, el equilibrio del ambiente y la salud de todos.El tráfico ilegal de vida silvestre mueve hasta USD 23,000 millones al año en todo el mundo.Y está estrechamente relacionado con el crimen organizado, como el narcotráfico.Por su alta biodiversidad, la Amazonía peruana está siendo duramente impactada por este delito.Según fuentes oficiales, más de 340 especies de animales son traficadas en nuestro país.La mayoría provenientes de la Amazonía.Reconocer el tráfico ilegal de vida silvestre como crimen organizado permite afrontarlo con mayor efectividad, pero eso es una tarea pendiente en el Perú.Enfrentemos este delito. Evita comprar, consumir o usar todo lo que provenga del tráfico de fauna silvestre.
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El tráfico en Perú actualmente afecta a más de 340 especies de vida silvestre (Fuente: InSight Crime, 2020). Entre las especies más traficadas se encuentran la tortuga acuática taricaya, la tortuga terrestre motelo, y anfibios como la rana gigante del lago del Titicaca. La mayoría de estos animales son vendidos ilegalmente como mascotas.
Otra forma de comercialización de animales silvestres es la venta de carne de monte y de sus partes: cráneos, dientes, pieles, cueros, etc. Se usan como insumos para medicina tradicional, la elaboración de artesanías, para fines científicos y de investigación biomédica, la industria de cuero, pieles y fibra, etc.
La ley peruana sí permite el consumo o aprovechamiento de animales con fines de subsistencia para las comunidades nativas y ribereñas. También si proceden de zonas de manejo de fauna silvestre en áreas protegidas, comunidades y zoocriaderos. Por ejemplo, en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en Loreto, hay experiencias de manejo de taricayas: se cuidan las playas donde anidan, se crean playas artificiales de huevos para repoblar la especie y, mediante cuotas, se aprovecha huevos y crías de esta especie, que es comercializada legalmente en el Perú.
El comercio de animales silvestres se vuelve una actividad ilícita cuando no se puede demostrar su procedencia legal, tanto de los especímenes como de sus “productos”. En el Perú, esta actividad está focalizada en las regiones de Ucayali, Madre Dios y, en mayor medida, en Loreto. Los puntos de oferta y abastecimiento son los mercados y puertos fluviales de las principales ciudades amazónicas. Ahí llegan regatones que revenden los animales que adquirieron de los comuneros.
En los mercados de Belén y Modelo se vende carne ilegal de sajino, huangana, venado y majaz para consumo en hogares y restaurantes. Pero también se vende animales vivos como monos, loros y caimanes.
Cuando los gobiernos regionales, en alianza con la Policía Nacional del Perú, desarrollan operativos para controlar este comercio ilegal, los animales decomisados suelen ser llevados a centros de rescate. Son los encargados de resguardarlos y, en algunos casos, rehabilitarlos. Pero son organizaciones de administración privada, con recursos escasos. Para compensarlo, abren sus instalaciones para la visita de la población local y de turistas.
Cada año, el tráfico ilegal de vida silvestre moviliza entre USD 7,000 y USD 23,000 millones en todo el mundo.
Fuente: Naciones Unidas, 2018