No todo lo que brilla es oro (legal)
Los enormes daños de la minería ilegal
Desde que sale del suelo hasta que llega al mercado, el oro atraviesa una larga cadena de procesos y actores, muchas veces ilegales. Esto por sus enormes márgenes de ganancia. En ese camino, la minería ilegal se vincula con delitos como narcotráfico, trabajo forzoso, trabajo infantil, trata de personas, sicariato, extorsión, homicidio, robo de tierras y evasión tributaria. Además, afecta severamente los bosques y agudiza el cambio climático.
¿Qué diferencia a la minería informal de la ilegal? La primera es aquella que incumple las normas administrativas, técnicas, sociales y ambientales que regulan la actividad minera. La segunda, además de lo anterior, se realiza en zonas de exclusión minera. Es decir, donde está expresamente prohibido el ejercicio de la actividad minera.
En la selva peruana, la minería es básicamente aurífera aluvial; es decir, oro que se extrae de los ríos. Para ello se suelen emplear métodos mecanizados, semimecanizados y por succión hidráulica. La ley prohíbe realizar estas actividades en todos los cursos de agua o lechos de ríos, lagos, lagunas, cochas, espejos de agua, humedales y aguajales. También prohíbe el uso de dragas, que son unas unidades móviles o portátiles de succión de materiales.
La minería ilegal es la que se realiza en espacios prohibidos, como son las riveras de los ríos y lagunas. En Madre de Dios, además, no están dentro de un corredor minero.
Las razones
La minería aurífera ilegal e informal está tan extendida en el Perú fundamentalmente por tres razones: el alza sostenida del precio internacional del oro, la debilidad institucional, y la incapacidad de la economía para ofrecer oportunidades laborales a quienes viven en la selva.
Entre 2001 y 2005, el precio mundial de la onza de oro pasó de USD 280 a USD 550. Esto desencadenó una fiebre del oro en el Perú. Para el año 2011, el precio por onza bordeaba los USD 1,900. Hoy fluctúa en torno a los USD 1,400.
Fuente: “Minería no formal en el Perú: Realidades, tendencias y ¿soluciones?”, por Ricardo Valdés, Carlos Basombrío y Dante Vera